Hoy dedicamos nuestro artículo a Aiba Kouichirou, uno de los más afamados autores de Tokoname. Recientemente fallecido, Kouichirou regentó durante décadas Koyo Toen (鴻陽 陶 園).
Aiba Kouichirou nació 26 de Julio de 1944, hijo de un alfarero cuya familia se había especializado en tiestos convencionales para plantas y artículos de menaje de mesa y cocina. El horno fue fundado por su abuelo y a principios de los años 70´s Kouichirou construyó un nuevo horno, cambiando en ese momento el nombre del anterior taller a Koyo Toen, (El jardín de Koyo) y comenzando a realizar macetas para bonsái.
Sus famosos vidriados o esmaltes, a los que presta especial dedicación, así como a la atención de los pequeños detalles y acabados, marcan una diferencia con los demás alfareros. Aunque en menor cuantía también realizó piezas no esmaltadas y suibanes, además de otras producciones. Pero es quizá más conocido por sus esmaltes con bases en metales, incluso se suele decir que su trabajo con oribe llegó a rivalizar con los de Heian Tofukuji, uno de las grandes leyendas dentro de los alfareros dedicados a la cerámica para bonsái.
Además de Oribe verde y azul, tiene espléndidos degradados a amarillos, rojos y blancos, así como craquelados y macetas con motivos tallados. Una buena muestra de sus trabajos los hemos expuesto en el artículo dedicado a su hijo Juko.
Sus macetas fueron creadas generalmente a mano, pero también usó otras técnicas siendo shohin y chuhin los tamaños más frecuentes dentro de su producción. Se emplearon para ello arcillas shudei y Tokoname udei, intentando dar el acabado de las antiguas macetas chinas de shisa purpura. Puedes saber más sobre este tipo de pastas en el artículo dedicado a Sadamitsu, del horno Yamaaki, Pasión por la cerámica VI. Las pastas en las macetas para bonsái II.
En 1972 gana el premio en el apartado técnico y de diseño durante la primera organización de los premios Chouza. También ganó en 1981 el premio “estímulo” en el primer concurso de diseño. Lo que demuestra su habilidad en el modelado y acabado de las piezas.
Sus obras han trascendido las fronteras de Japón, gozando de gran demanda tanto en Europa y EEUU como en China, lo que ha hecho que su producción se haya revalorizado en las últimas décadas y más a partir de su fallecimiento. Los trabajos con los sellos que empleaba en sus primeros años son muy buscados por los coleccionistas.
Algunas de las macetas de Koyo Toen en LaosGarden. Fotografía de archivo, año 2015.
LOS ESMALTES EN LAS MACETAS DE BONSÁI III
En los dos primeros artículos dedicados a los esmaltes hablamos de los más convencionales, los de mayor usabilidad. Aquí hay que matizar un hecho concreto; los colores empleados para macetas grandes, de chuhin en adelante y para árboles de apariencia vieja, deben ser poco llamativos, tienen que ir en sintonía con la edad del árbol, de ahí que sean tan apreciadas las macetas antiguas y especialmente las pátinas que estas han desarrollado con el paso de los años.
Pequeñas macetas shohin de Koyo Juko, en esmaltes rojo y morado.
Se dan entonces esmaltes menos frecuentes que se emplean principalmente para macetas shohin y mame, y que veremos en futuros artículos; namako, kuka, takatori, sango, seiji, soba, temoku o testu son alguno de ellos. También son frecuentes en estos tamaños macetas de porcelana pintadas que han ganado gran popularidad en las ultimas décadas, especialmente las kutani.
Muchos usuarios nos han preguntado cual es la razón por la que los esmaltes se usan para caducos y las macetas sin esmaltar están reservadas para las coníferas. Aunque esto no siempre es así, si que es uno de los principios normativos del bonsái. Actualmente es una cuestión meramente estética, los colores de los esmaltes, como hemos comentado, destacan lo más llamativo del árbol, ya sea una vistosa floración o el otoñar de las hojas.
Sin embargo parece ser que en origen esta dicotomía se debía a una cuestión no solo estética sino de cultivo. Actualmente, con los abonos y sustratos de los que disponemos, el periodo entre trasplante y trasplante se ha alargado bastante. Anteriormente, los sustratos que se empleaban se apelmazaban con mayor rapidez y los abonos empleados dejaban más cantidad de residuos.
Hoy en día, los sustratos son muy sueltos y tardan en compactarse. Los árboles caducos admiten trasplantes más frecuentes, prácticamente si se quisiera uno por temporada, generalmente al comienzo de la primavera, al menos en nuestro clima y para la mayoría de especies.
Sin embargo, las coníferas y perennes sufren más con los trasplantes, especialmente alguna especie en concreto, esto hizo que se empleasen macetas sin esmaltar para las especies de este grupo, puesto que los esmaltes impiden la porosidad de la maceta. Esta característica de las macetas sin esmaltar, la mayor porosidad, da como resultado un mejor cultivo y mantienen en mejores condiciones el sustrato, pudiendo prolongar el plazo hasta el siguiente trasplante. Las macetas esmaltadas tampoco se esmaltan por dentro ni en la base por la misma razón.
En las últimas décadas autores como Suishouen Hekisui, Yoshimura Shuuhou e incluso el mismo Aiba Kouichirou han empleado esmaltes mucho más llamativos para macetas chuhin y más grandes, aunque no es lo más frecuente.
Espectacular maceta de Aiba Kouichirou, tamaño chuhin, con un llamativo esmalte con base en azul y tonalidades moradas y rosas. Medidas: 47,5 x 36,5 x 12,2 cm. Archivo LaosGarden.
Antes de hablar de los distintos colores que podemos disfrutar en frutos, flores y hojas, y de como combinarlos correctamente con los esmaltes de las macetas, querría poner uno de los claros ejemplos de árboles que escapan a la estricta normativa aquí citada.
Es un caso emblemático ya que aparece en la portada de las latas de uno de los abonos más conocidos de Jaón, el Tamahi Joy agris. Se trata de una conifera, en concreto un pino, en una maceta esmaltada en blanco. Parece ser que en Hokkaido, la isla más al Norte de Japón, se dan pinos de montaña que suelen estar cubiertos de nieve buena parte del año y la maceta representa precisamente este hecho.
Los colores de otoño y la de los frutos o las flores, cuando se dan, marcan el acento, el carácter en el que nos fijamos al contemplar el árbol. Como veíamos en los anteriores artículos dedicados a los esmaltes, para seleccionar adecuadamente el color que mejor resalte las características del árbol, además de cuestiones estéticas hay un cierto aspecto psicológico. Aquí hay que entender que nuestras sociedad occidental no ha bebido de los mismas fuentes socio-culturales que oriente.
Por poner un ejemplo gráfico y claro: nosotros escribimos de arriba abajo y de izquierda a derecha y en oriente se hace de abajo arriba y de derecha a izquierda. Esto hace que la interpretación de un occidental y un oriental disten en algunos casos. En el supuesto de que un occidental y un oriental observasen un cuadro de un barco que se sitúa en la esquina superior derecha, el occidental podría interpretar que se aleja, mientras que el oriental podría interpretar que se acerca. Con los colores pasa algo parecido.
Arce palmatum en maceta crema y arce burgerianum en maceta azul, ambos con sus colores otoñales. Colección LaosGarden.
El rojo para los occidentales se asimila a la pasión, la excitación, a la energía y también al peligro, sin embargo para los orientales es motivo de celebración, prosperidad, fortuna y buena suerte. Como dato esclarecedor los trajes de novia son de color rojo allí y aquí son blancos, que es el color de la muerte en oriente.
El caso de la floración de las azaleas es significativo. Las azaleas tienen un abanico de colores que van desde el blanco hasta el rojo pasando por todos los tonos de rosas y violetas.
Sin embargo, en uno de mis primeros viajes a Japón, una de las cosas que más me sorprendió, fue ver la colección de azaleas de Kunio Kobayashi, ejemplares espectaculares con una floración vigorosa y llamativa, que sin embargo estaban expuestos en buenas y antiguas macetas sin esmaltar. La razón es porque en esos ejemplares con ese porte, se estaba destacando los nebaris y los calibres del tronco por encima de la floración.
Frutos naranjas de pyracantha, esta planta puede presentar frutos rojos, naranjas o amarillos. Fruto de caqui. Colección LaosGarden. Fruto del madroño con sus tres tonalidades.
Para ayudarnos con la elección del color del esmalte podemos echar mano del circulo cromático que ya expusimos en Pasión por la cerámica VIII, el artículo donde iniciamos el tema de los esmaltes y donde hablamos además del ceramista Yamafusa.
Por ejemplo, para el fruto del caqui, en el circulo color naranja 5, nos casarían a la perfección las tonalidades azul turquesa 16, 17 y 18, sus tonos opuestos.
Hojas con su amarillo otoñal y algún fruto como el del membrillo. Colección LaosGarden.
El amarillo en occidente tiene en ocasiones connotaciones negativas. La mala suerte o el peligro se asocian a este color. En Japón, sin embargo, es un color viril, sagrado, imperial, que representa la aristocracia y el coraje. En el circulo, los amarillos 1, 2 y 3 se enfrentan a los azules marinos 13, 14 y 15. En Japón estos tonos simbolizan la inmortalidad.
Fruto de la Callicarpa (izquierda) y flores de azalea con tonalidades violetas (derecha).
Para los tonos morados como los 10, 11 y 12 del circulo podemos usar los verdes de hoja, en el circulo 22, 23 y 24.
Flor del cerezo (Prunus), “sakura” es el nombre que recibe la flor de tres géneros de prunos y es uno de los símbolos más conocidos de la cultura nipona y flor del manzano (Malus Everest).
Hay otros colores, que sin ser los opuestos en el círculo, pueden combinar de maravilla, sin olvidar que para los árboles con apariencia de vejez, los tonos de los esmaltes deben ser apagados, cuanto menos brillantes mejor. Se valora el aspecto de antigüedad, la pátina y especialmente esto se hace evidente en tamaños grandes. Los tamaños shohin, como comentamos anteriormente, abren mucho el abanico de tonos y se visten con colores más llamativos.
- Creditos: Fotos del archivo LaosGarden, tokoname.jp y red.
Para saber más sobre esmaltes: